abril 18, 2025
Museología

LAS MASACRES NO SON NUESTRAS

Lo gracioso y extraño

de los museos de todo el mundo

es que tienen obras maravillosas de otros lados..

María José Rivas

LAS MASACRES NO SON NUESTRAS

Lo gracioso y extraño de los museos de todo el mundo es que tienen obras maravillosas de otros lados. Si querés ver las mejores obras de pintores mexicanos tenés que hacer un recorrido por Nueva York y París, lo mismo para ver a  escultores griegos o impresionantes obras del mundo egipcio. Esto no es nada extraño y de hecho todas las instituciones relacionadas a la ciencia y la historia reproducen esta lógica colonial en pequeña y gran escala.

Para profundizar esto deberíamos hablar de la construcción de la cultura occidental, del evolucionismo y el historicismo como grande modelos del inconsciente colectivo presente hasta hoy en día. Pero no diremos nada al respecto. Este artículo no se va a meter en este tema ni va a tener una perspectiva de colonial. O sí, pero no diré nada nuevo, es que no hay nada nuevo que decir. Si prestamos un poco de atención nos damos cuenta que es siempre lo mismo. En este texto voy a hablar de mi paseo por el Museo Nacional de Bellas Artes y de las colecciones de arte Colonial, y más específicamente de un señor argentino del siglo XIX que era muy rico y al que le gustaba mucho el arte (gran cliché). Él compró una serie de pinturas muy importantes en Londres, en uno de sus viajes por negocios, aunque desgraciadamente no pudo comprar la serie entera, porque el embajador español en Finlandia, José R. Gómez Acebo, se quedó con dos para su colección privada en su casa.

Me refiero a Guillermo Mackinlay y a la serie en tablas con incrustaciones de nácar sobre una especie de lienzo sobre la madera. Se los llama popularmente como los enconchados. En el museo están las pinturas de la serie de conquista de México. Hay un cartel informativo que dice:

Miguel Gonzales – Virreinato de la nueva España. Activo a fines del SXVII y principios del SXVIII (donación de Guillermo Mackinlay en 1989 (…) 2 tablas fueron vendidas en Inglaterra en 1934, por eso no está la serie completa (…) “Relatan la conquista de México desde el desembarco de Hernán Cortés (1519) hasta la caída de Tenochtitlán (1521)

Es decir que debería haber 24 tablas y solo hay 22. ¿Cuáles serían las que faltan? Estas obras las pinta un señor de apellido Gonzales, aunque por mucho tiempo su autoría permaneció en el anonimato debido a que las obras estuvieron dispersas por muchos lugares y con propietarios diversos. Hay unas 250 obras de este estilo, divididas en museos de México, Madrid y Argentina. Es interesante que la escuela de arte de la Nueva España del siglo XVII y XVIII se destaque por una técnica que ya da cuenta de su acento colonizador: es un estilo filipino. En la página del Museo dice:

La posesión de esta isla (de Filipinas) le permitió a España desarrollar el comercio con Oriente a través del Pacífico. Desde el siglo XVI hasta el XIX, todos los años, la Nao de China, o Galeón de Manila, unía este puerto con Acapulco, donde descargaba productos provenientes de China, Japón, India. Parte de ese tráfico seguía hacia España, pero la mayor parte era absorbida por los virreinatos de Perú y de la Nueva España.

Estas obras luego fueron propiedad del Conde de Moctezuma, es decir el virrey de México por muchos años, pero claro, cuando volvió a España por la Guerra de Sucesión, se desparramaron entre viajeros curiosos y españoles nostálgicos de sus grandes proezas. De hecho muchas de las obras de los Gonzales están en un pequeño museo que se llama Museo de América de Madrid, al cual quise entrar una vez, pero estaba cerrado y en la puerta tenía pegado un pequeño cartel que comentaba un recorrido paranormal del museo. Con mi papá dedujimos que la justicia se hace de muchas maneras y que los fantasmas son grandes poetas de las reivindicaciones históricas. Eso nos gustaba imaginar, lo cierto era que la casona estaba cerrada y ahí hay más de 25 mil objetos que no pudimos conocer. Hoy entrás a la página web del Museo de América y parece un grito a la Pachamama, dan talleres de alfarería americana y paradójicamente reivindican las culturas prehispánicas. Bueno, lo de siempre, grandes objetos culturales en otros países y pretendidas reparaciones del pasado sin juicios ni castigos a los responsables. Pero está claro que a los españoles les hace sentir mejor tener museos como esos, así como festejan el día de la Hispanidad el 12 de octubre, así como desacrediten los dichos de López Obrador y digan que los colonizadores ya no son ellos, sino los ancestros de los propios mexicanos y así como no dejan entrar a la población Latinoamérica que decide migrar  a la tierra que hace no mucho más de 200 años gobernaba todo el territorio.

En fin, a Guillermo Mackinlay le faltaron unas monedas para poder adquirir toda la serie ¿Cuáles serán? No pude encontrar información al respecto. Podría jugar a la investigadora y sacar algunas deducciones. Para empezar esta serie está basada en las crónicas de Bernal Díaz del Catillo, un conquistador que estuvo en la caída de Tenochtitlán y en la guerra con el Imperio Azteca, el escribió una especie de diario de guerra al cual llaman Historia verdadera de la conquista de la Nueva España y la publican en 1632. Estas crónicas súper verdaderas son en parte responsables de la típica historia que te enseñan en la escuela: los indios fueron amigables con los españoles porque los creyeron sus dioses, por eso les regalaban ofrendas y les ofrecían sus metales preciosos o (su variante) de los indios fueron grandes salvajes sanguinarios. La Tabla II por ejemplo, tiene escrito: Manda el capitán Cortés echar las naos a pique – corren los soldados escaramuzas disparan los tiros y se admiran los embajadores – trae Tendile y Pitalpitoque el presente del sol de oro y la luna de plata que envía Moctezuma con su embajador Quintalvor que se parecía a Cortés.

Esta imagen, estoy casi segura, es un relieve que se encuentra en uno de los lados del monumento a Colón en Barcelona, por un lado el ejército español erguidos y vestidos con armaduras y por otro los indios arrodillados, sumisos regalando ofrendas y desnudos. Estamos frente al gran arquetipo de la conquista, incluso puede ser que no sea esta la imagen del monumento de Colón pero puede ser una imitación o parte de la misma idea de las crónicas y producciones artísticas en la Nueva España. Entonces un millonario argentino adquiere estas piezas y las lleva al museo en el siglo XIX y con quién se sentirá identificado Mackinlay ¿Con Cortés por tener sangre y descendencia europea o con Quintalvor, cuando estaba de viaje de negocios en Londres?

Cuando llegué a mi casa busqué los escritos de Bernal Díaz sobre Moctezuma, puse palabras claves en el buscador porque el libro tiene más de mil páginas, ya que son versiones muy estudiadas y con miles de comentarios al pie. Leo en una de las referencias a este gran cacique:

Y como llegamos en tierra, hallamos tres caciques, que el uno del los era gobernador de Moctezuma, y con muchos indios de su servicio. Y tenían allí gallinas de la tierra y pan de maíz, de lo que ellos suelen comer, y frutas que eran piñas y zapotes, que en otras partes llaman a los zapotes mameys. Y estaban debajo de una sombra de árboles, puestas esteras en el suelo; y allí, por señas, nos mandaron asentar, porque Julianillo, el de la punta de Cotoche, no entendía aquella lengua, que es mexicana; y luego trajeron braseros de barro con ascuas y nos sahúman con una como resina.

Me imagino una escena totalmente diferente a las que están representadas. Los españoles cagados de miedo y dándose cuenta que ahí había que obedecer por más que no entendieran que pasaba. Los sentaron, los pintaron y les pasaron un humo ¿Y el indio regalando oro? Los grandes líderes, los sanguinarios caciques, a la sombra, planeando una gran estrategia. ¿Esos cuadros faltarán? Todas las tablas de los Gonzales hablan de la rendición y de la sumisión indígena ¿El embajador español habrá comprado las que muestran el poder mexicano? Las crónicas del conquistador hablan permanentemente de las negociaciones necesarias con los grandes caciques y los sufrimientos que tuvieron que pasar los españoles, las extrañezas que tenían frente a esta Otredad inmensa y las diferentes relaciones que se fueron tejiendo entre todos ellos.

Pero bueno, como dije antes, el objetivo de este artículo, no es el análisis de las tablas, ni menos sacar grandes conclusiones éticas y políticas del gran imaginario colonizador español frente a sus conquistas y cómo esto se ve en el presente.

A mí lo que me sigue sorprendiendo es este tal Guillermo, como aristócrata argentino comprando esta obra espectacular, ajena pero poderosa para el Museo Nacional. Porque, además, si pensamos en el contexto del país en ese momento, parece casi un acta de fundación de todo lo que iba a pasar acá. Es decir, teniendo en cuenta que Argentina en esos momentos se había independizado de España y sus grandes héroes eran los ingleses y los franceses, pero que a la vez estaban por dar comienzo  las grandes masacres a los pueblos indígenas de esta zona, por solo mencionar el envenenamiento de Springhill en 1903 que causo la muerte de 500 Onas, la matanza de la playa de Santo Domingo en 1905 que mató a 300 Onas también, la masacre de Napalpí de 1924 que deja sin vida a 200 tobas, la muerte de 500 aborígenes pilagá en Formosa en 1947; solo por nombrar las más conocidas. No quiero decir con esto, que antes no haya habido masacres, pero estoy tratando de unir cabos sobre la relación entre la obra mexicana de conquista y la adquisición por parte de nuestra oligarquía. Quizá el punto está en que nosotros,  no tenemos a Juan y Miguel Gonzales para retratarlo y no estamos expuestos en ningún lado. O sí, quién sabe. Lo que sí sabemos es que en el Museo Nacional de Artes de Buenos Aires no están. Pero gracias a las casi excelentes negociaciones de Guillermo tenemos algo muy parecido que pasó en México.

                                                Autora: María José Rivas (*)
(*) Antropóloga Social y Cultural.

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