abril 18, 2025
Historias

EL PRINCIPIO DEL PRINCIPIO EN EUROPA

Al uso de estos materiales obedecen

las divisiones de la prehistoria:

la Edad de Piedra (paleolítico y neolítico),

la de Cobre, la de Bronce, y la de Hierro.

EL PRINCIPIO DEL PRINCIPIO EN EUROPA

En todos los pueblos de la tierra, las fuentes escritas, que nos dan noticias de su vida y de su desarrollo, comienzan en época avanzada. Antes hubo largos siglos que sólo podemos conocer acudiendo a los testimonios humanos materiales: ruinas de viviendas, utensilios o los propios restos del hombre encontrados en sepulcros. Estos siglos constituyen la convencionalmente llamada prehistoria de cada pueblo, o sea, lo que hubo antes de la historia en sentido estricto, en la que ya contamos con fuentes escritas.

Se ha podido comprobar que el hombre poco a poco aprendió a defenderse de la naturaleza y servirse de ella. Es lógico que por facilidad de transformación el primer elemento utilizado fuera la madera. Luego fue la piedra, elemento que tenemos noticias hasta el día de hoy. Más adelante el hombre empleó el cobre, el bronce y finalmente el hierro. Al uso de estos materiales obedecen las divisiones de la prehistoria: la Edad de Piedra (paleolítico y neolítico), la de Cobre, la de Bronce, y la de Hierro.

Los testimonios más antiguos del hombre lo encontramos en la Edad de Piedra. Del estudio de los restos humanos y sus útiles se ha deducido que el período paleolítico pueden dividirse en tres grandes épocas: el inferior, el medio y el superior.

En el período paleolítico inferior y medio el hombre debió tener una cultura verdaderamente primitiva, nómade y nutriéndose de los productos naturales de la tierra y la caza. Los restos de la obra humana se reducen a hachas y útiles de piedra. Hasta ahora no se ha encontrado ningún objeto propiamente artístico de este período.

La cultura paleolítica superior marca un notable progreso, comparable con el estado de civilización de los pueblos aborígenes actuales. De ella sabemos que el hombre se vestía, se engalanaba, tenía vida social, y como consecuencia se gesta una forma artística de varias formas. Entre ellas conocemos los frisos con figuras animales esculpidos en las cavernas. Pero es hacia el final del paleolítico que se ve más claro el sentido artístico del hombre y se producen los primeros grabados y pinturas rupestres: representando escenas de caza, danzas primitivas, caballos, bisontes, jabalíes, etc. La cueva de Altamira en España es el ejemplo más acabado de este período. Aquí se ven grandes figuras de animales pintadas en ocre-rojo y amarillo y delimitadas en negro, que son muestras del gran arte del hombre primitivo. Son pinturas en relieve, pues el instinto estético innato del autor aprovechó la forma de la piedra al ver el cuerpo animal en su superficie.

En los tiempos neolíticos el hombre realiza un enorme progreso al dedicarse a la pesca, la agricultura y al pastoreo, es decir a fijarse cada vez en un territorio de manera definitiva representado en la primera organización social cultural: la tribu. Todo esto tiene un efecto inmediato en lo artístico, principalmente en dos elementos sociales y de poder: los dólmenes y los menhires. Los primeros son excelentes obras arquitectónicas que servían de sepulturas construidas con piedras que en su relieve se les imprimían formas en colores de significación religiosa. Los más famosos son los dólmenes ibéricos, en donde se pueden discriminar los más primitivos (polígono cerrado), los que poseen un corredor corto o amplio, y los polígonos con corredor amplio que termina en una especie de galería. Es decir, representaciones de comunidades que comienzan a situarse definitivamente en un territorio. Los menhires son altos monolitos plantados en el suelo que fueron interpretados como monumentos conmemorativos o divinos. Las británicas Stone-Henge son una magnífica representación de estas obras, interpretadas como un centro de culto solar.

La Edad de Cobre no se diferenció demasiado de la Edad de Piedra, sólo en cuanto a la perfección de las figuras ya existentes. La decoración de las obras rupestres alcanza una estilización máxima en su terminación. El ejemplo más utilizado es el Peña-Tú en Iberia. En ella se muestra un ídolo pintado de rojo, con un rostro bien expresivo, cabellera lineal, una corona y sus pies. A la derecha se ven figuras humanas danzando, que ayudan a interpretar que se trataba de algún jefe guerrero.

El arte en la Edad de los metales se caracteriza fundamentalmente por el material utilizado: el bronce en un primer momento, y el hierro finalmente. Sin embargo, la diferencia con la Edad de Piedra es justamente lo material, no lo intelectual. Las obras continuaron siendo las mismas: hachas, vestimentas, cerámicas, recipientes, pinturas y figuras arquitectónicas funerarias y religiosas fueron las mismas pero utilizando el bronce (más allá del apoyo de la piedra y el cobre como materiales). La particularidad en la Edad de Hierro es la construcción de armas varias con este material, más el bronce: espadas, cuchillos, navajas y brazaletes para diferenciar los mandos de la comunidad.

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