“La muerte se esconde, se retira al cuarto de baño,
se encierra en el hospital, se borra de la casa.”
Philippe Ariès “El hombre ante la muerte”
Si bien para muchos, el gran tabú de la modernidad podría parecer el sexo, es un tema que se discute y practica abiertamente en la sociedad del siglo XXI. Sin embargo, existe otro tema que permanece en las sombras y es aún más tabú que el sexo: la muerte. A pesar de los avances en la discusión de temas sociales, la educación sobre la muerte todavía lucha por encontrar un lugar adecuado en nuestra conversación pública, a pesar de ser uno de los aspectos más fundamentales de la experiencia humana.
De esta necesidad ha surgido en Argentina el Grupo Derecho a la Muerte Médicamente Asistida, una organización de la sociedad civil que se ha unido con el propósito de promover un marco legal que permita a las personas tomar decisiones sobre su propia muerte en situaciones de padecimiento prolongado. Su enfoque principal consiste en dar visibilidad a esta cuestión y respaldar varios proyectos de ley que actualmente se encuentran en el Congreso de la Nación en espera de ser tratados. En el año 2021, tres propuestas legislativas fueron presentadas por miembros de diferentes partidos políticos, a saber, el
diputado Alfredo Cornejo, la diputada Gabriela Estévez y el senador Julio Cobos. Hasta la fecha, estas iniciativas aún no han sido discutidas en el ámbito parlamentario.
En este marco de discusión y apoyo con la causa,existe el libro
«Morir con dignidad en la Argentina: verdad o utopía» del Doctor Carlos “Peca Soriano.
Es un momento oportuno para plantear algunas preguntas cruciales relacionadas con nuestro estilo de vida actual. Vale la pena recordar que en otras geografías, en diferentes culturas, e incluso no hace mucho más de un siglo, la muerte era una compañera cotidiana.
Era una realidad compartida y una parte intrínseca de la vida humana. En aquel entonces, los avances médicos eran considerablemente más limitados que los que tenemos hoy en día, y la esperanza de vida era mucho más corta y desigual.
Philippe Ariès, un pensador que exploró esta evolución en su obra “El hombre ante la muerte,” nos invita a reflexionar sobre cómo la muerte, que una vez fue un evento compartido y natural, ha evolucionado para convertirse en un evento medicalizado y tabuizado en la sociedad moderna.
¿Qué implica esto? Significa que la muerte ha experimentado un proceso de medicalización, transformando nuestra relación con la experiencia final de la vida. De ser un acontecimiento considerado “natural,” ha pasado a ser percibida como un “evento médico,” en el cual los médicos y profesionales de la salud desempeñan un papel central en el diagnóstico, tratamiento y atención paliativa.
En resumen, se ha delegado a estas figuras institucionales la toma de decisiones sobre la vida y la muerte de las personas, con la vida siendo la prioridad principal a preservar. Este cambio fue posible gracias a la eficacia de los tratamientos médicos, lo que gradualmente desplazó la atención no medicalizada y llevó a
una creciente dependencia social de la atención médica para prolongar la vida.
En este contexto, surge la pregunta ética fundamental: ¿Debemos prolongar la vida en situaciones de enfermedad terminal? Esta cuestión plantea dilemas complejos relacionados con la calidad de vida y el sufrimiento del paciente, y es el punto central de los debates en torno a la muerte asistida.
Otro aspecto relevante es la separación contemporánea entre la muerte y la vida cotidiana.
En el pasado, la muerte era una parte integral de la vida diaria, y las personas a menudo morían en sus hogares, rodeadas de sus seres queridos. Sin embargo, en la actualidad, la mayoría de las personas fallecen en hospitales o instituciones médicas, alejados de su entorno familiar. Esto ha contribuido a que la muerte se convierta en un tema más distante y menos visible en nuestra sociedad.
En consecuencia, podríamos afirmar que uno de los grandes tabúes contemporáneos, o más precisamente, el gran tabú de la sociedad occidental en la actualidad, es la muerte y todo el dolor y la angustia que conlleva. Con la medicalización, la muerte se ha convertido en un tema que solemos evitar discutir abiertamente. Conversaciones que una vez fueron comunes ahora se vuelven incómodas y tienden a limitarse a entornos médicos y funerarios.
Además, con la relegación de la experiencia de la muerte a lugares institucionales, hemos perdido la costumbre ritual del duelo, un aspecto social compartido en todas las sociedades humanas. La negación de nuestra propia mortalidad se ha convertido en una estrategia común para enfrentar la ansiedad existencial que surge al confrontar nuestra propia finitud.
En este contexto, el activismo promovido por el Grupo Derecho a la Muerte Médicamente Asistida adquiere una relevancia crucial. Esta iniciativa busca humanizar la muerte, devolverle su estatus de experiencia social compartida y comprenderla como un proceso natural y grupal. Además, aboga por que las decisiones sobre la muerte recaigan en manos de la comunidad en lugar de estar institucionalizadas y medicalizadas.
Autora: María José Rivas (*) (*) Antropóloga Social y Cultural.