El rock internacional en la historia (Cap. final)
The Who, mi generación
Saber si Bob Dylan, Los Beatles y Los Rolling Stones fueron conscientes de lo fundacional que estaban siendo para la sociedad y su historia, es difícil. En cambio, es muy fácil darse cuenta que The Who lo tenían muy claro: letra, sonido y personalidad debían entrar con fuerza en el mundo conservador para cambiar a los jóvenes y su futuro. Esto es lo que representará The Who: la consciencia de algo mucho más grande que la música. Se cierra el círculo del Rock como movimiento cultural, de aquí en adelante todo se sostendrá en estas cuatro bandas.
El análisis de The Who tiene puntos de vista complejos: su formación, su publicidad, tres de sus álbumes y los Mods.
Oriunda de Londres, la formaban el guitarrista Pete Townshend, el cantante Roger Daltrey, el bajista John “Ox” Entwistle y el baterista Keith Moon. Entre la psicodelia, el R&B y la ópera-rock explotaron su capacidad gracias a uno de los mejores compositores de la época, Townshend, y a tres intérpretes con personalidad escénica muy teatral: la voz única y cambiante de Daltrey, el tranquilo y sosegado “Ox” y el salvaje de Moon. Amantes del blues de EEUU, iniciarán su carrera con covers e irán conjugando sus individualidades vibrantes a la efervescencia colectiva. Sus productos, improvisaciones y solos instrumentales marcaron el inicio de un tipo de recital que vincularía a la banda con el público de una manera muy directa.
Con esto, llega un aporte imprescindible al rock adulto: la publicidad. La misma que años atrás había logrado instalar a las caderas de Elvis y a los adolescentes Beatles en las emociones de los jóvenes puritanos, lo iba a hacer con el rock adulto, contracultural y sólido.
En un inicio, The Who se vendió como un grupo poderoso, agresivo, innovador, enojado y violento. De a poco fueron ganando espacio en los bares marginales, recibidos con entusiasmo por su creciente número de seguidores, quienes admiraban su potente proceder musical y la fuerza desprendida en sus conciertos. Un día, como si nada, Townshend destrozó una guitarra, provocando entre la audiencia una explosión de euforia. Este hecho fue convertido posteriormente en marca registrada de la banda, con actuaciones violentas en las que el guitarrista rompía y golpeaba con saña su instrumento contra el suelo. Moon destrozaba la batería a patadas y Daltrey balanceaba su micrófono de manera espectacular. Sin embargo, esto no salía del círculo de bares londinense.
A principios de 1965, The Who se presenta en el famoso programa musical y familiar “Ready, steady, go”. La audiencia millonaria quedó con la boca abierta cuando en su demoledora actuación en directo el grupo rompió sus instrumentos. Pocas veces se había visto en directo y en televisión una demostración musical tan violenta. Este caos les proporcionó amplia adhesión entre los más jóvenes, también entre músicos de todas partes del mundo, y un miedo y horror en las familias.
Esta energía y ruptura total se manifestará en tres discos imprescindibles. El primero de ellos es el que marca un antes y después en la banda y en la contracultura de los ’60, “My Generation”. Un trabajo lleno de R&B, pop y un naciente hard-rock, se posiciona dentro de los mejores discos de la historia junto con el himno pre-punk, la canción “My Generation”: solos espectaculares, tartamudeo en la voz y letras de choque (“espero morir antes de envejecer”, “las cosas que hacen se ven mal” o “hablo desde mi generación”). Acompañan “The kids are all right” y la durísima e improvisada “The ox” con una increíble guitarra y un incontrolable Moon en la batería. “My Generation”, disco total, es el grito desesperado de jóvenes confusos, con problemas de identidad, con un potencial increíble y despreciados por el mundo adulto.
El otro disco es la mayor obra del grupo en lo cualitativo, hablamos de “Sell Out”. Es una obra maestra del pop-art, y antecede a los discos conceptuales por venir. Es un trabajo exuberante de la psicodelia compuesto por letras, voces e instrumentos nerviosos e imprevisibles. Habla sobre el consumo ridículo de la sociedad y los medios, a veces con agresión, a veces con humor. Todas sus canciones son imperdibles.
Por último, la pionera ópera-rock “Tommy”, sobre un niño ciego, sordo y mudo que se convierte en una especie de mesías. Las canciones son parte del todo, es necesario escuchar todo el disco. Aclamada por crítica y público, es un trabajo inmortal, exquisito y único que significará la consagración de Townshend como compositor y a The Who como una de las bandas más queridas aún por los no melómanos.
The Who ya había logrado introducir al rock adulto en el mundo conservador, pero fueron por más. Se convirtieron en la banda modelo de la cultura urbana Mods. Esta tribu, principalmente artística y musical, se destaca por la moda (trajes ajustados, remeras con logos, corbatines, bastones) y su vehículo (moto Vespa o Lambretta). No tienen nada que ver con la política, y se destacan por su individualismo, su elegancia, las ganas de destacar y de pasarla bien sin esfuerzo. La adopción comercial por parte de la banda de esta estética, implicaría un ejemplo más del vínculo entre el rock, la moda y el arte que se verá con mayor intensidad en años posteriores.
Es muy fácil darse cuenta que The Who lo tenían muy claro: debían entrar con fuerza en el mundo conservador para cambiar a los jóvenes y su futuro. Esto es lo que representará The Who: la consciencia de algo mucho más grande que la música.
Comienza así uno de los movimientos culturales más disruptivos de la historia y el aporte más importante de la clase media a la transformación social y política del siglo XX, su siglo. No fueron necesarios los mecenas o la aprobación de la “creme” de la cultura. Los jóvenes con su talento, su enojo y su antonomasia a revelarse ante la realidad, generaron un giro total en las estructuras sociales tradicionales y reaccionarias que marcarán la dinámica y funcionalidades de la sociedad occidental hasta nuestros días. La ruptura de los límites burgueses adultos, las normas capitalistas asfixiantes y la quietud grisácea metropolitana van a ser completamente destruidas. Las fronteras de la creatividad y la imaginación se volvieron infinitas y todo integrante de las clases invisibles de cualquier parte del mundo occidental sentirá su espíritu iluminarse para cambiar su mundo, su individualidad o su contexto. Cuesta relacionar a la revolución tecnológica, que marcó nuestras vidas en los últimos 40 años, con ideas o fantasías bloqueadas por la obediencia conservadora. ¿Podemos pensar a las luchas políticas de las minorías con una mentalidad miedosa al cambio?
Sin embargo, la contundente alteración que generará el rock como movimiento cultural se sentirá en los vínculos sociales del día a día, la Familia como paradigma: la estructura moderna adulta-vertical se volvió una desestructura posmoderna juvenil-horizontal. Esta explosión total, que hoy vemos como característica cotidiana, es la gran conquista de los adolescentes del siglo XX. Aquellos jóvenes, con los años, mantuvieron su mentalidad en la libertad rebelde de su pasado, y los adultos, sin saber sin querer, tuvieron que adaptarse, se volvieron jóvenes.
Saber si Bob Dylan, Los Beatles y Los Rolling Stones fueron conscientes de lo fundacional que estaban siendo para la sociedad y su historia es difícil. En cambio, en muy fácil darse cuenta que The Who lo tenían muy claro. Estas cuatro bandas son un símbolo para estudiar este movimiento cultural determinante para el siglo XX. Gracias a ellos surgirá la “Invasión británica”, con The Animals, The Yardbirds o The Kinks, contra su competencia de EEUU: The Beach boys, The Byrds, The Doors, Creedence o Jefferson Airplane. Vendrá el rock-arte estilístico del versátil e inconformista David Bowie. El rock “pesado” de Black Sabbath, Deep Purple o el mejor disco jamás hecho ni igualado Led Zeppelin IV. Nico, Janis Joplin, Patti Smith o Blondie igualando de la manera más perfecta. El punk, con Sex pistols, Ramones o The Clash. La infinita, apasionante y heterogénea década del ’80, con los recitales multitudinarios de Queen, Bruce Springsteen, AC/DC o Kiss; la vuelta del “pesado” más recrudecido, con Metallica, Iron Maiden o Motorhead; la revancha del pop con las innumerables bandas new wave; o los videoclips y la aparición de MTV. Aparecerá un sub movimiento cultural que por su importancia, grandeza y contenido se independizará del universal: el rock latinoamericano, el único fenómeno que logró tener vida propia hasta igualar en riqueza a quien quiso imitar. Y así, hasta el cansancio y agotamiento, gracias a aquellos cuatro de la década del ’60, llegarán los ’90: el grunge de Nirvana; el confuso indie, con el britpop de Oasis; o la cultura hip-hop junto a su rap; pero también la muerte o transfiguración del rock, simbolizado en Woodstock ’99, no porque haya caído su calidad o innovación sino por la decadencia de su público masivo y popular que ya no era el mismo. Ya no somos los mismos.
Pero todo esto ya no es otro capítulo, es otra historia….
Por:Marcos J. Rivas Historia del Rock Capítulo 6.Final